Limpia el exterior del arma de fuego con un trapo limpio humedecido con disolvente para eliminar cualquier residuo de pólvora, suciedad o aceite que hayan dejado tus manos. Una vez limpio, coge otro trapo limpio humedecido con lubricante y limpia todas las superficies. Esto ayuda a proteger las superficies externas de la corrosión. Lo mejor es saber cómo montarla de nuevo antes de desmontarla. O bien, pide ayuda a los expertos. Limpia cada componente de la acción del arma con el mismo disolvente utilizado para limpiar el cañón. Utiliza un trapo limpio empapado en disolvente para limpiar cada componente. Una vez limpio, humedece otro trapo limpio con lubricante y limpia cada componente de la acción. El lubricante en esta zona cumple múltiples funciones. Protege de la corrosión y proporciona la lubricación necesaria a los componentes de la acción cuando se deslizan unos contra otros. Sin lubricante en esta zona, el arma está expuesta al desgaste, lo que reduce su vida útil y su fiabilidad. El lubricante en esta zona cumple múltiples funciones. Protege de la corrosión y proporciona la lubricación necesaria a los componentes de la acción cuando se deslizan unos contra otros. Sin lubricante en esta zona, el arma está expuesta al desgaste, lo que reduce su vida útil y su fiabilidad. Vuelve a montar el arma y lubrica las superficies externas. Ten a mano todas las herramientas que necesites. Herramientas básicas como una varilla de limpieza del tamaño adecuado para el calibre, un cepillo para frotar, trapos limpios que puedas cortar, un limpiador y lubricante de alta calidad, y un protector sintético de armas de fuego. Tenlo todo cerca, para no tener que interrumpir constantemente el proceso, para ir a buscar cualquier elemento que eches en falta.