Busca un diseño que proporcione libertad en la parte delantera del pie, con buen soporte del arco y una suela que absorba impactos.
Evita suelas finas como papel.
El diseño también debe tener en cuenta si necesitas estabilidad.
Por ejemplo, si trabajas en una cocina, un hospital o cualquier entorno con superficies deslizantes, lo ideal es un zapato con buena sujeción y antideslizante.
Un truco que te ayudará es probar los zapatos al final del día, cuando los pies están más hinchados.
Así te aseguras de que no queden justos cuando más lo necesitas.
Y si tienes el pie ancho, no te resignes a apretar.
Hay modelos pensados para ti.
El mejor calzado para trabajar de pie suele estar hecho con materiales que respiran y se adaptan al pie, como piel flexible, tejidos técnicos o microfibras transpirables.
La plantilla, aunque a menudo se pasa por alto, es clave.
Debe ser acolchada, anatómica y, si es extraíble, mejor todavía.
Y atención a la suela: el caucho suele ser más resistente y amortiguador que otros materiales.
Si tus pies sudan mucho, también deberías mirar si el forro interno ayuda a mantenerlos secos.
Un zapato empapado a las 11 de la mañana es el principio de un mal día.
Hay zapatos para trabajar de pie muchas horas mujer que incorporan tacones funcionales.
Hablamos de tacón ancho, de entre 3 y 5 cm, con buena base y con plataformas compensadas que reduzcan la inclinación del pie.
La clave está en la estabilidad y en cómo se reparte el peso del cuerpo.
Un buen zapato con tacón puede incluso mejorar la postura si está bien diseñado.
Lo importante es evitar tacones de aguja, suelas duras y materiales que no transpiren.
Primero: Intenta no usar el mismo par todos los días.
Alternar entre dos o más permite que el zapato se airee y recupere su forma.
También reduce la acumulación de humedad, lo que ayuda a mantener la estructura y el olor bajo control.
Segundo: limpia los zapatos con regularidad.
La suciedad y el sudor degradan los materiales.
Usa productos específicos para el tipo de material con el que están hechos.
Tercero: guárdalos con hormas o papel de periódico dentro.
Esto evita que se deformen y mantiene su estructura original.
Por último, escucha a tus pies.
Si notas que la amortiguación ya no es la misma, la plantilla se ha deformado o empiezas a sentir molestias nuevas, puede que sea hora de cambiar de par.
Recuerda que el zapato que usas para trabajar de pie es casi un equipo de protección personal.
Cuídalo como tal.
Elegir bien no es una opción, es una necesidad.
En Pedro Miralles hemos aprendido de primera mano que el estilo y la comodidad no están reñidos.
Hemos visto cómo un zapato bien diseñado puede cambiar el día de una persona.
Por eso, nuestros modelos están pensados para aguantar jornadas reales, con pies reales y exigencias reales.