La suciedad, corrosión u otras materias extrañas pueden dificultar el funcionamiento de las armas y en el caso de afectar a los cartuchos, provocar riesgos de grave accidente.
La enorme presión que se ejerce sobre bala para que tome las estrías y viaje a través del cañón, provocan su adaptación a los campos y fondo de las mismas, provocando perdida de material, por fricción, la cual es mayor según se incrementa la velocidad, y peso de la bala.
Esta inexorable erosión y deposito de material conduce en mayor o menor tiempo a que el arma sea inservible.
En las armas de cañón estriado, los residuos se depositan fundamentalmente en la toma de estrías.
La pereza es el enemigo de la precisión.
Se recomienda llevar siempre una estricta rutina de limpieza, evitando posponerla para otro momento, ya que es más fácil limpiar un arma en caliente que en frío.
Tras una jornada de caza con lluvia, debemos ser capaces de desmontar el arma para proceder a un secado separado de la madera y a una limpieza de partes metálicas.
En las armas semiautomáticas, siempre se debe limpiar su mecanismo de alimentación después de cualquier utilización.
Las armas deben guardarse siempre limpias en perfecto estado de funcionamiento.
Nuestro rifle nos lo agradecerá con estupendas jornadas de caza y tiro sin problemas.