1-. Busca tu espacio
2-. Determina tu situación actual
3-. Conócete y acuérdate de que lo haces
4-. Refuerza tus puntos fuetes
5-. Cambia lo malo por algo bueno
6-. Recuerda tus objetivos y metas
Es posible que estés buscando respuestas a tus preguntas con estos autoanálisis.
Debes conocerte y hacer un listado de tus puntos fuertes, tus puntos débiles y los “disparadores” que hacen que puedas desviarte de tus objetivos.
Tener claros tus defectos, tus puntos débiles o tus dificultades te permitirá aceptarlas y dejar de darles la importancia que no tienen.
Tu trabajo en el cuarto punto de autoanálisis consiste en reforzar tus puntos fuertes.
Por ejemplo, piensa en tus diferentes habilidades profesionales o en las actividades que te relajan.
Posiciona siempre en primer lugar estos puntos fuertes.
Sí, ya sabemos que puede sonar a algo imposible.
Pero en tu sesión de autoanálisis, dedícale un tiempo a pensar cómo podrías sacarle partido a tus puntos débiles.
Cuando te autoanalices, no pierdas la oportunidad de darte a ti mismo alternativas.
Recuerda que tus puntos débiles pueden convertirse en un nuevo punto de salida para descubrir nuevas habilidades o puntos fuertes.
¿Eres muy sensible?
Aprovéchalo para plasmarlo a través del arte, la escritura u otras actividades.
El autoanálisis es muy útil si lo vas aplicando dentro de una rutina o calendario.
Sin embargo, no tiene sentido si no lo apoyas en un objetivo o varios de ellos.
Además, en este punto no puedes olvidar la importancia de que estas metas sean tangibles, realistas y a corto o medio plazo.
Conocernos a nosotros mismos tiene muchos beneficios a nivel mental y físico.
A partir del autoanálisis obtenemos una situación de autoconocimiento que nos puede ofrecer muchas ventajas.
Gracias a todo ello podemos obtener una “guía de instrucciones propia”.
Saber cómo vas a reaccionar ante una determinada situación te permitirá abordarlo previamente.
Convirtiendo esta sensación en una sensación de “control” o autocontrol.
Asimismo, hacer de la autoanálisis una herramienta personal también nos permite desarrollar habilidades como la empatía, la tolerancia o la compasión.
Si sabes que para ti algunas situaciones pueden ser complicadas, también comprendes que pueden serlo para los otros.
Lo mismo ocurre cuando detectas puntos débiles en otros: sabes que tú también los tienes y comprendes que cada persona es un mundo.
Finalmente, esta herramienta de empujará hacia el éxito.
Gracias a ella, el crecimiento personal y profesional es solo cuestión de trabajo propio.