La contextualización de la enseñanza implica utilizar situaciones del entorno personal y social del alumnado como detonante para el logro de los aprendizajes esperados, el desarrollo de competencias y la obtención de los estándares curriculares. En este sentido, el conocimiento no se presenta de manera aislada, sino en relación con experiencias y problemáticas reales que permitan a los estudiantes darle sentido a lo aprendido y aplicarlo en su vida cotidiana. La importancia de la contextualización radica en que propicia una educación más pertinente y significativa, donde los contenidos académicos se vinculan con la realidad de los estudiantes. Para lograr una enseñanza contextualizada, es fundamental que los docentes conozcan a sus estudiantes: sus intereses, preocupaciones y realidades. Asimismo, deben dominar los propósitos y contenidos de sus asignaturas y mantenerse informados sobre los acontecimientos sociales, políticos y culturales que impactan la vida cotidiana. Esta conexión les permite articular los contenidos académicos con problemáticas actuales, casos reales y desafíos contemporáneos, favoreciendo un aprendizaje significativo y una educación más pertinente. Sin embargo, no solo se puede contextualizar con la estrategia de intervención en clase, podemos contextualizar propósitos, contenidos, las actividades de aprendizaje, el discurso en clase, recursos, materiales, bibliografía, referencias electrónicas, entre otras dimensiones y elementos de nuestra enseñanza. En este sentido, la contextualización de la enseñanza no solo responde a la necesidad de hacer el aprendizaje más relevante y significativo, sino que también contribuye a formar ciudadanos reflexivos, críticos y comprometidos con la realidad que los rodea.