La postura del trípode o salamba sirsasana consiste en llegar a la invertida a partir de repartir apoyo y peso entre la cabeza y las manos.
Es por ello que, al hacerse sobre esos tres puntos, permite mantener el equilibrio de forma más sencilla que otras asanas bocabajo.
Si bien existen muchas formas de entrar en la postura, la más fácil consiste en hacerlo desde una posición de cuatro apoyos.
En ese momento es cuando se coloca bien la cabeza, apoyando la coronilla por delante de las manos, de tal manera que estos tres puntos formen un triángulo.
De hecho, este punto de partida es básico, ya que de la correcta colocación de la cabeza depende lo demás.
La coronilla debe ser la única parte que toque el suelo, esto asegurará que fluya el resto del movimiento.
Y, más importante aún, resulta clave para no colapsar ni comprimir las cervicales.
También es fundamental prestar atención al otro apoyo, el de las manos, estas han de empujar firmemente el suelo.
Además, los brazos deben estar a 90 grados, sin que se abran los codos hacia los lados, y los hombros, separados de las orejas.
Una vez que los tres vértices del triángulo están asegurados se elevan las caderas y se empieza a caminar hacia nuestras manos para acercarnos a la elevación.
Se puede empezar colocando una rodilla sobre el tríceps y, luego, subir la otra, si desde aquí te sientes más segura, puedes probar a separar las rodillas de los brazos y, por último, animarte a flotar las piernas a la vez hacia arriba.
Eso sí, siempre hay que activar mucho el abdomen –intentar pegar el ombligo a la columna ayuda– y nunca perder la conexión entre coronilla y manos.