Volver a pedir el chupe, utilizar un habla más infantil, pedir el biberón, perder autonomía a la hora de comer, a la de dormir o en el control de esfínteres, son algunos de los comportamientos que con mayor frecuencia podemos observar.
El desarrollo evolutivo no es un proceso homogéneo y lineal.
Las regresiones son normales y ocurren con bastante frecuencia, especialmente en la etapa de los 3 a los 5 años, en el paso a preescolar.
Los niños y niñas pueden estar buscando la seguridad perdida, pueden requerir cuidado, protección o atención.
Suele coincidir con un momento difícil o un proceso de cambio en la vida de los niños, como el nacimiento de un hermano o hermana, un cambio de domicilio, la entrada en el cole, separación de los padres, o alguna pérdida.
Pero también en ocasiones es simplemente un parón necesario para continuar evolucionando.
Lo primero es descartar cualquier causa médica, especialmente en los retrocesos del control de esfínteres y de la conducta alimentaria.
Además debemos tratar de entender cuáles son las causas que han llevado al niño a dar ese paso atrás.
Es importante tomárnoslo con naturalidad, mostrar comprensión y paciencia.
Desdramatizar la situación, ya que es bastante frecuente.
Evitar responsabilizarle o culpabilizarle.
No reñirles, ni gritarles, ni enfadarnos.
No utilizar palabras o expresiones despectivas como “eso es de bebé”, “eres una niña chica”, etc., que puedan ridiculizarlos.
Reflexionar si los padres estamos llevando a cabo alguna conducta que pueda estar manteniendo dichos comportamientos, como la sobreprotección.
Prestarles atención y dedicarles momentos exclusivos de dedicación para hacerlos sentir importantes.
No dejar de estar atentos a otros posibles síntomas que acompañen estos comportamientos, como cambios bruscos en el humor, en la conducta, etc.
O la excesiva duración de las regresiones.