Me dispararon en el pie hace unos dos años con un calibre 45. Entró por un lado y salió por el otro, pulverizando parte del hueso también. No sentí dolor alguno, solo supe que me habían disparado por la sangre. En el hospital, media hora después, me empezó a doler un poco.
Los testimonios describen sensaciones iniciales de entumecimiento, comparadas a menudo con una picadura de avispa o una quemadura solar intensa en un punto específico.
Es importante destacar que estas experiencias pueden variar según la ubicación de la herida y el calibre del arma utilizada.
Las personas que reciben disparos con armas de calibre bajo, como el .22, suelen describir una sensación similar a una picadura de avispa.
Por otro lado, las balas de mayor calibre o las balas huecas, que se desintegran al impactar, causan un daño más extenso y suelen generar un mayor nivel de dolor.
Los testimonios de militares heridos en servicio revelan un dolor insoportable inmediatamente después de ser disparados, ya que suelen enfrentarse a armas de mayor calibre.
Los meses posteriores al incidente suelen ser agotadores, dolorosos e incómodos.
Además, las cicatrices psicológicas pueden ser más profundas que las físicas, ya que muchos sobrevivientes luchan con el estrés postraumático, el miedo, la ansiedad y la angustia.