El principal riesgo de este tipo de dispositivos consiste en mirar directamente el haz de luz, ya sea de forma frontal o reflejada en un espejo. En algunos casos se trata de secuelas muy graves para la visión, que pueden llegar a condicionar la capacidad de lectura y de conducción para toda la vida. La gravedad de la lesión dependerá fundamentalmente del tipo y potencia del láser, del tiempo de exposición y de la distancia desde la que se incida el rayo en el ojo. La FDA publicó unas guías para reducir el riesgo de lesiones con punteros láser. En ellas incidía en la importancia de no apuntar directamente a los ojos ni de personas ni de animales cuando se utiliza un puntero láser, así como de no hacer uso del mismo sobre superficies reflectantes. La potencia del haz de luz no debería de superar los cinco milliwatts, ya que por encima de esta potencia se reduce el margen de tiempo para una exposición segura y pueden producirse rápidamente daños permanentes en el ojo y en la piel. Nunca debe apuntarse a nadie con un puntero láser, no se pueden utilizar sobre superficies reflectantes, no se deben comprar punteros láser para niños y niñas, y no se deben utilizar con finalidades lúdicas. Siempre que se compre un puntero láser, hay que revisar el etiquetado, este debe indicar el nombre del fabricante o distribuidor y la fecha de fabricación, con una advertencia para evitar la exposición a la radiación del láser. La Dra. Rey en la presentación de la Sesión Clínica General sobre punteros láser en la sala del Colegio de Médicos de Barcelona. La Dra. Amanda Rey, miembro del Departamento de Retina y Vítreo de ICR, explicó los peligros asociados al uso de punteros láser sobre la retina en una de las Sesiones Clínicas semanales de ICR. Varios estudios médicos confirman que si el láser alcanza la fóvea, la zona más vulnerable de la retina, se puede producir una quemadura térmica con una consiguiente pérdida de visión. Según informó la Dra. Rey, ha habido un aumento de pacientes pediátricos en urgencias con lesiones en la retina causadas por jugar con este tipo de láseres. El espectro clínico es muy variable: alteraciones de las capas externas de la retina, hemorragias, agujeros maculares, membranas epirretinianas o neovascularitzación coroidea. El ojo humano es menos sensible a los colores azul y violeta, los punteros láser de luz azul o violeta pueden ser especialmente peligrosos, ya que la respuesta de parpadeo o evitación será más lenta que con los de luz roja o verde y, por ende, pueden acabar provocando una lesión mayor.