Hay un refrán que dice, monte arriba o monte abajo, siempre apunta por debajo.
Este dicho popular es absolutamente correcto.
Más aún, es un fenómeno exacto, que por lo tanto puede ser calculado con exactitud en función de la distancia al blanco y del ángulo de disparo.
En cualquier circunstancia la caída de un proyectil es función de una fuerza inexorable, la gravedad, la cual se ejerce en forma constante y siempre con la misma intensidad.
Entre dos proyectiles de igual peso y lanzados a la misma velocidad, el que deba de recorrer más distancia para alcanzar su blanco, y que por ende esté expuesto durante más tiempo a ésta fuerza, presentará una curva de caída más marcada, lo que es lo mismo que decir que a menor trayecto a cubrir más tensa será la misma.
Y lo que ocurre cuando disparamos en ángulo es que la distancia al blanco es menor que cuando disparamos de forma paralela a la superficie terrestre.
La distancia recorrida por el proyectil bajo los efectos de la gravedad, que es lo que determina la forma de la curva de vuelo, es menor para el segundo.
Sí bien la distancia medida en metros a ambos blancos es igual, no podemos decir lo mismo en cuanto a las distancias recorridas por cada proyectil bajo los efectos de la gravedad, que será siempre menor para los blancos ubicados en ángulo con respecto a la horizontal, ya sea hacia arriba o hacia abajo, por lo que la trayectoria del proyectil en estos casos será más tensa, resultando en una menor caída.