La gran parte de los fabricantes recomiendan la calibración a un año, pero en muchos instrumentos también se tiene en las especificaciones otros periodos de tiempo, con lo cual, se podría elegir la frecuencia de calibración en base a las especificaciones del fabricante y a la exactitud con la que se quisiera medir. Por ejemplo, otros recomiendan calibración trimestral que son mucho mejores que las de 1 año, por ende, si se calibra el instrumento cada 3 meses días se puede mejorar la exactitud y confiabilidad de las mediciones.
La mayoría de fabricantes recomienda calibrar los instrumentos de medición cada 12 meses, aunque algunos indican periodos distintos según la naturaleza del equipo.
Aquellos que se usan cerca de su límite de escala, en ambientes agresivos o que presentan alta deriva en sus lecturas, como manómetros y termómetros digitales.
Ambientes con altas temperaturas, humedad, polvo, vibraciones o variaciones de presión pueden afectar la estabilidad del instrumento y requieren calibraciones más frecuentes.
Además del entorno y las recomendaciones del fabricante, influyen el tipo de uso, la criticidad del resultado, la aparición de desviaciones y si el equipo fue reparado recientemente.
Sí, siempre que un instrumento reciba mantenimiento o presente alteraciones, debe ser calibrado nuevamente para garantizar resultados confiables.
La frecuencia de calibración no es una cifra única para todos los instrumentos, aunque la recomendación general es realizarla cada 12 meses, hay casos donde es necesario hacerlo cada 6 o incluso 3 meses, especialmente cuando se trabaja con alta precisión, en condiciones adversas o con equipos críticos para la operación.
Evaluar el entorno, el uso y las recomendaciones del fabricante es clave para mantener la exactitud de tus mediciones.
Por lo general se recomienda como frecuencia de calibración de instrumentos de medición, con una clase de uso muy estricto o cuando se considera que existen altas probabilidades de un trabajo no conforme, por ejemplo, resistencias patrones de trabajo de alto valores, sometidas a altos voltajes durante su uso, en la mayoría de casos tienen derivas altas con lo cual deben ser calibrados con más frecuencia.
Otro claro ejemplo son los manómetros o termómetros digitales, los cuales al envejecer tienden a necesitar ajuste más seguido para mantenerse dentro los márgenes permitidos de error con lo cual requieren ciclos de calibración cortos.