El control de la competición realiza funciones similares al control del entrenamiento, porque nos suministra información sobre el comportamiento del deportista durante la misma, por ejemplo sobre la efectividad de las estrategias de afrontamiento utilizadas ante la competición.
De esta forma, el control de la competición cumple una función fundamental, porque permite que el deportista se enfrente a la misma de forma positiva en próximas ocasiones, a través de diferentes herramientas, por ejemplo, el recuerdo de una experiencia competitiva previa exitosa.
Por ello, y para que el deportista conozca sus resultados de la manera más objetiva posible, cada vez se permite con mayor frecuencia la implementación de tecnología que controle al deportista durante la competición, como ocurre, por ejemplo, con el uso de receptores GPS en fútbol o de potenciómetros en ciclismo.
Se basa en los cambios registrados en los deportistas durante las diversas fases del entrenamiento o bajo la influencia de los principales elementos de las actividades deportivas.
Es un proceso muy específico, que depende del evento deportivo, el nivel de resultados del deportista y las diferencias de edad/sexo.
Así, los métodos de control del entrenamiento deben elegirse específicamente según las características del deportista y del entrenamiento o competición.
Aporta información fiable relacionada con la tarea que se controla.
De esta forma, cualquier método de control es válido si cumple con esta premisa.
La información que aporta es científicamente válida, porque solo así se pueden realizar las correcciones necesarias en el diseño del entrenamiento.
Cumple con el principio “prueba mínima – máxima información fiable”.